
La ermita es un edificio del siglo XIV totalmente restaurado por dentro y por fuera supongo que para actos como el de estas jornadas.
Cierto es que a mi la exposición me encanto, de hecho me harte de hacer fotos.
Y para muestra un botón, he seleccionado tres de todas las que había para que veáis hasta donde podía llegar la maldad del ser humano para inflingir dolor:

El suplicio del agua: Entre los suplicios más atroces estaba y está el del agua. La víctima es inclinada y obligada a engullir inmensas cantidades de agua por medio de un embudo embutido en la boca mientras la nariz es tapada, lo cual, fuerza a tragar todo el contenido del embudo antes de poder respirar una bocanada de aire. Sólo el terror de la asfixia repetido infinitas veces, es de por si un tormento angustioso.
Cuando el estómago se distiende e hincha de manera grotesca, se inclina a la víctima con la cabeza hacia abajo; la presión contra el diafragma y el corazón ocasiona estados de sufrimientos inimaginables, sufrimientos que el verdugo aumenta golpeando el abdomen. En algunos casos se han engullido hasta 8 litros de agua de una sola vez.
Otra variedad es introducir en la boca una tela e ir vertiendo agua, a medida que el acusado traga para no ahogarse, la tela va introduciéndose hasta llegar al estomago, en ese momento el verdugo de un brusco tirón, la saca de la boca produciendo un dolor inmenso y tremendas hemorragias de sangre a parte de la asfixia.
La Guillotina: Fue el médico francés Joseph-Ignace Guillotin, nacido en Saintes en 1738, el primero en promover una ley que exigía que todas las ejecuciones, incluso las de presos comunes y plebeyos, se realizaran por medio de "una máquina que decapitara de forma indolora". Una "muerte fácil"- por decirlo así- la primera de estas máquinas se colocó en la Place de Gréve de París el 4 de abril de 1792 y la primera ejecución en la persona de un plebeyo asaltante de diligencias tuvo lugar el 25 del mismo mes. Pronto este ingenio iba a convertirse en el símbolo de los años 1792-94.
En seguida la ciencia descubrió un hecho nuevo y sorprendente (confirmado después por la neurofisiología moderna): una cabeza cortada, ya sea por hacha o guillotina, sabe que es una cabeza decapitada mientras rueda por el suelo o cae en la cesta- la conciencia sobrevive el tiempo suficiente para tal percepción. Después de la ejecución de Luis XVI y María Antonieta el 21 de enero de 1793, la "máquina"llamada sólo así hasta ambos sucesos, se llamó también "la Loulsette" o "le Loulson"; sólo después de 1800 se extendió el termino "guillotina". Como tal permaneció en uso en muchos países incluidos los estados pontificios y los reinos de Piamonte y Nápoles borbónico hasta 1860; fue usada en Francia hasta la abolición de la pena de muerte bajo Miterrand en 1981. Joseph-Ignace Guillotin murió pacíficamente en 1821, a la edad de ochenta y tres años.
Santísima Trinidad: Con este nombre era conocido este terrorífico casco de hierro que se usaba indistintamente para torturar o para ejecutar.
La tortura era infringida de distintas formas dependiendo el grado de gravedad de la pena, desde llevarlo puesto durante meses, hasta verter por el orificio superior agua o aceite hirviendo. También se calentaba al fuego y se le embutía al reo provocándole tremendas quemaduras.
La ejecución sobrevenía, vertiendo plomo derretido por la parte superior o embutiendo el casco al rojo vivo, esta última operación provocaba literalmente la cocción del cerebro, explosión de los globos oculares y muerte. La sola presencia de esta máscara provocaba en el reo un tremendo terror.

Hasta aquí las tres que prometí, había muchas más todas espeluznantes, espero que haya gustado.