Mi primera reacción creo que fue la correcta, pregunte uno por uno si todos estaban bien, si les había ocurrido algo. Todos contestaron que nada, baje del coche y le toque el techo, por un momento pensé que todo había sido una alucinación, pero cuando mire el lado contrario vi que no. Algo hizo que me apartara de allí y me pusiera a llorar como un niño.
Cuando volví, después de estar unos minutos deambulando por la carretera totalmente a oscuras volví y me lié a patadas con el coche, a día de hoy sigo sin comprender por que hice eso, esas patadas se las merecía otro.
Todo podía haber acabado mal, muy mal pero tuvimos suerte para poder contarlo, solo uno de los cuatro llevaba puesto el cinturón, esa noche los cuatro volvimos a nacer aunque algunos seguramente se lo sigan tomando a guasa.
El resultado de todo esto, una gran amistad rota y una factura de cerca de 3000 €, por una broma.
2 comentarios:
Lo bueno es que estás aquí para poder recordarlo y que no os pasó nada, así que para adelante. Lo que sí es cierto es que a veces nos gusta jugar un poco con nuestra suerte, a creernos invulnerables...a todos nos pasa, pero no compensa nada.
Joe vaya historia mas xunga , es normal como reacionaste , ya que en esas situaciones no somos nosotros, weno haber si te dejas caer por aki un partido qe tenemos descuidas las cervecitas
nani
Publicar un comentario